Bienvenidos a Propuesta Turística Sal y Sol, desde Salto, Uruguay
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15 y 16 de mayo
domingo, 7 de marzo de 2010
1835 – Darwin y el terremoto en el sur continental de Chile.
20 de febrero, — Día memorable en los anales de Valdivia, porque hoy se ha sentido el más violento terremoto de que hay memoria aquí. Hallábame yo en la costa y me había echado a la sombra en el monte para descansar un rato. El terremoto comenzó de repente y duró dos minutos; pero a mi compañero y a mí nos pareció mucho más largo.
El temblor del suelo era muy sensible; las ondulaciones parecían venir del este, otros sostuvieron que del sudoeste, lo que prueba cuán difícil es determinar la dirección de las vibraciones. No hay gran dificultad para sostenerse de pie;
a mi casi me produjo mareo el movimiento, que se parece mucho al de un buque entre olas muy cortas, o mejor dicho,
como si se patinase en hielo muy blando que cediese al peso del cuerpo.
Un temblor de tierra subvierte en un momento las ideas más arraigadas; la tierra, el emblema mismo de la solidez, ha temblado bajo nuestros pies como una cáscara delgada aplicada sobre un Fluido; el espacio de un segundo ha bastado para despertar en el espíritu un extraño sentimiento de inseguridad que no hubiesen podido producir varias horas de reflexión. El viento agitaba los árboles de la selva en el momento del choque; por eso no sentí yo más que el temblor de tierra bajo mis pies, sin observar otro fenómeno. El capitán Fitz-Roy y algunos oficiales se encontraban a la sazón en la Villa, y allí fue mucho más duro el efecto, porque aun cuando las casas hechas de madera no fuesen derribadas, no por eso dejaron de sufrir las sacudidas. Todos los habitantes, presas de un terror pánico, se precipitaron a las calles. Este espectáculo es el que origina, en cuantos han visto y sentido sus efectos, ese indecible horror a los temblores de tierra. En el bosque es el fenómeno muy interesante, pero no causa ningún temor. El choque afectó de un modo muy curioso al mar. Se verificó en el momento de la bajamar; una vieja que estaba en la playa me dijo que vino el agua muy deprisa hacia la costa, pero sin formar grandes olas, se levantó de repente hasta el nivel de las grandes mareas y recobró su nivel también muy deprisa: la línea de arena mojada me confirmó el dicho de la vieja. Ese mismo movimiento rápido pero tranquilo de la marea se produjo hace algunos años en Chiloé durante un ligero terremoto, y causó grande alarma. En el curso de la noche hubo varias pequeiias sacudidas que produjeron en el puerto las corrientes más complicadas y algunas bastante violentas.
4 de marzo.— Entramos en el puerto de Concepción. Mientras el barco busca un punto bien abrigado, desembarco yo en la isla de Quinquina. El intendente de esta provincia viene en seguida a buscarme para darme la noticia terrible del 20 de febrero; me dice que «no queda en pie ni una sola casa en Concepción, ni en Talcahuano (el puerto); que setenta pueblos han sido destruidos, y que una ola inmensa ha casi barrido las ruinas de Talcahuano.. Tengo las pruebas de esta última parte de sus palabras: la costa está sembrada de vigas y muebles, en confuso montón, como si mil buques se hubieran estrellado allí al mismo tiempo. Además de las sillas, mesas, cajas, etc., se ven los techos de varios mercados que han sido transportados casi enteros. Los almacenes de Talcahuano han corrido la suerte general y también se ven junto a inmensas balas de algodón, hierba y varias mercancías. Durante mi paseo alrededor de la isla observo grandes fragmentos de rocas, que llevan adheridas producciones marinas, que prueban que deberían hallarse a grandes profundidades y han sido lanzadas a lo alto de la costa; mido uno de esos bloques, y tiene seis pies de longitud, tres de anchura y dos de grueso.
Tantos vestigios había dejado en la isla la espantosa potencia del terremoto como la enorme ola sobre la playa. En muchos puntos se veían fisuras profundas en dirección de norte a sur, causadas sin duda por el sacudimiento de los lados paralelos y escarpados de esta estrecha isla. Cerca del acantilado tenían algunas de estas fisuras un metro de ancho. Masas enormes de piedra habían caído ya sobre la playa, y los habitantes creían que al comenzar la estación de las lluvias se producirían todavía nuevos deslizamiento de terremotos, El efecto de la vibración sobre las pizarras duras que forman la base de la isla era aún más curioso: las partes superficiales de algunas de estas rocas haba sido rocas en mil pedazos, como si las hubiese volado una mina. Este efecto, que ciertas fracturas recientes y ciertos trastornos de importancia prueban admirablemente, debe producirse sólo en la superficie; de otro modo no habría un solo bloque de roca en todo Chile, y es tanto más probable que así sea cuanto que se sabe que la superficie de un cuerpo que vibra experimenta efectos diferentes de los que afectan al centro del mismo cuerpo. Por la misma razón no causan los terremotos tantos trastornos en las minas profundas, como podría imaginarse. Creo que este terremoto ha bastado por sí solo para reducir la isla de Quinquina tanto más que pudiera haberlo hecho la acción ordinaria del mar en todo un siglo.
Al día siguiente desembarqué en Talcahuano y me dirigí enseguida a Concepción. Estos dos pueblos presentan el más horroroso aspecto; pero también el más interesante que he podido contemplar en mi vida. Sin embargo, debería impresionar mucho más el que hubiera conocido las poblaciones antes de la catástrofe; porque, para un extranjero, estaban tan completamente entremezcladas las ruinas, que no había medio de formarse una idea de cómo habían sido antes aquellos pueblos. Parecía increíble que aquellos montones de despojos hubiesen servido de habitaciones. Comenzó el terremoto a las once y media de la mañana. Si llega a producirse a media noche, el mayor número de los habitantes, que es esta provincia son muchos miles, hubiese perecido. En total no llegaron a ciento las víctimas, gracias a la costumbre que se tiene de lanzarse fuera de las casas en cuanto se siente temblar el suelo. En Concepción, cada hilera de casas y cada casa aislada formaba una masa de ruinas independiente; por el contrario, en Talcahuano, la ola que había seguido al temblor de tierra e inundado la villa había dejado al retirarse una masa confusa de ladrillos, tejas, vigas y muebles, y algún que otro muro suelto todavía de pie. Por esta circunstancia, aunque enteramente destruida, ofrecía Concepción espectáculo más terrible y más pintoresco, si puede decirse así. El primer sacudimiento fue muy repentino; me conté el mayordomo de Quinquina que el primer indicio que tuvo fue encontrarse rodando por el suelo él y el caballo que montaba; se levantó y volvió a ser derribado, Díjome también que algunas vacas que pastaban en puntos escarpados de la costa fueron lanzadas al mar. La gran ola arrastró muchos ganados. En una isla baja, situada en la boca de la bahía, se ahogaron sesenta bestias. Creíase generalmente que este terremoto era el más terrible que nunca se había producido en Chile; pero como estas cosas tan tremendas no suceden sino muy de tarde en tarde, es difícil aceptar esta conclusión; una sacudida más terrible no hubiera producido efectos mucho mayores, puesto que la ruina era todo lo completa que podía ser. Otros pequeños sacudimientos siguieron al primero, contándose más de trescientos en doce días.
Después de haber visto Concepción, confieso que no puedo comprender cómo escapé a la catástrofe la mayor parte del vecindario. En muchos sitios cayeren las casas hacia afuera, formando en medio de las calles montones de tejas y de escombros. El cónsul inglés, Mr. Ronse, nos contó que se preparaba a almorzar cuando la primera vibración le advirtió que era necesario huir. Apenas había llegado al patio se derrumbé una de las paredes de la casa; comprendió entonces que si tenía valor para trepar por aquellos escombros ya no corría peligro, y así lo hizo. Era tan violento vi retemblar del suelo que no podía sostenerse de pie; echóse, pues, a gatas y llegó a lo alto de los escombros en el instante mismo en que se desplomaba el resto de la casa. Cegado y asfixiado por el polvo que oscurecía el aire, pudo, sin embargo, llegar a la calle, Las sacudidas se sucedían a intervalos de algunos minutos; nadie se atrevía a aproximarse a las ruinas; no sabía, pues, si el amigo, el padre, la persona más querida perecían en aquel instante faltos de auxilio. Los que habían podido salvar algo tenían que vigilarlo sin cesar porque los ladrones se llamaban a la parte golpeándose el pecho con una mano y gritando: «Misericordia» a cada nuevo sacudimiento, y apoderándose con la otra de todo lo que veían. Los techos de caña que cayeron sobre los hogares, se incendiaron, extendiéndose las llamas por todas partes. Centenares de familias quedaron completamente arruinadas y había muy pocas que pudiesen proporcionarse alimentos para el día.
Un sólo terremoto basta para destruir la prosperidad de un país. Si las fuerzas subterráneas de Inglaterra, hoy inertes, volviesen a ejercer su potencia, como evidentemente la han desarrollado en las épocas geológicas, ahora tan alejadas de nosotros, ¡ qué de cambios no se producirían en el país! ¿Qué sería de las casas tan altas, de las populosas ciudades, de las grandes fábricas, de los soberbios edificios públicos y particulares? Si en medio de la noche se produjese un gran terremoto, qué horrible carnicería! La bancarrota sería inmediata; todos los papeles, todos los documentos, todas las cuentas desaparecería en un instante; no pudiendo entonces e1 gobierno percibir impuestos, ni afirmar su autoridad, la violencia y la rapiña lo dominaría todo; se declararía el hambre en todas las grandes poblaciones y no tardarían en sobrevenir la peste y la muerte.
Pocos instantes después de la sacudida se vio a una distancia de tres o cuatro millas, avanzar una ola inmensa hacia el centro de la bahía. No tenía la más leve burbuja de espuma y parecía enteramente inofensiva; pero a lo largo de la costa derribaba las casas y atrancaba de raíz los árboles con una fuerza irresistible. Al llegar al fondo de la bahía se rompió en olas espumosas que se elevaron a una altura de 23 pies por encima de las más altas mareas. Debía ser enorme la fuerza de estas olas, porque en la fortaleza transportaron a 15 pies de distancia un cañón con su cureña que pesaba cuatro toneladas. Una goleta fue transportada a 200 metros de la costa y estrellada después contra las ruinas. Otras dos olas arrastraron al retirarse inmensa cantidad de despojos. En un punto de la bahía había un buque que fue arrastrado hasta la costa, traído de nuevo, vuelto a lanzar sobre la costa y puesto segunda vez a flote por la última ola- En otro lugar de la bahía había dos grandes buques anclados, uno detrás de otro, y comenzaron a girar de tal manera, que los cables de ambas anclas se enrollaron uno en otro, y aunque había 36 pies de agua se encontraron de improviso sobre el suelo en seco por espacio de algunos minutos. La ola grande, se acercó, sin embargo, con bastante lentitud, puesto que los habitantes de Talcahuano tuvieron tiempo de refugiarse en las colinas que había detrás de la ciudad. Varios marineros se apresuraron a montar en una canoa, y dirigiéndose a todo remo hacia ella, lograron remontar la ola antes que rompiese, de cuyo modo se salvaron. Una pobre vieja se embarcó en otra canoa con un niño de cuatro o cinco años, pero no teniendo quien remase se quedó junto al muelle; la ola estrelló la lancha contra un anda partiéndola en dos pedazos y la vieja se ahogó; pero pocas horas después apareció el chiquillo sano y salvo entre los despojos de la playa. En los momentos de nuestra visita se veían todavía, entre las ruinas, estanques de agua del mar, en los cuales hacían los muchachos barcos de las sillas o de las mesas y se divertían bogando tan contentos, mientras los padres consideraban su miseria. Sin embargo, declaro haber visto con satistacción que todos los habitantes parecían más activos y más felices de lo que podía esperarse tras de tan tremenda catástrofe. Se ha observado, con repetición y con verdad, que cuando la destrucción es universal, nadie se encuentra más humillado que su vecino, nadie puede acusar a sus amigos de despego, causas ambas que añaden vivo dolor a la pérdida de las riquezas (1). Mr. Ronse y muchas personas, a quienes tuvo la bondad de tomar bajo su protección, pasaron la primera semana en un jardín, acampados bajo unos manzanos. Al principio estuvieron tan placenteros como en una excursión campestre; pero sobrevinieron grandes lluvias y sufrieron mucho estos desgraciados sin asilo.
El capitán Fitz-Roy, en su notable relato de este terremoto, dice que se vieron en la bahía dos erupciones: una, como una columna de humo, otra, como el chorro de agua de inmensa ballena. En todas partes parecía hervir el agua, se tomó negra y desprendía vapores sulfurosos muy desagradables. También se observaron estos mismos fenómenos durante el terremoto de 1822, en la bahía de Valparaíso. Pueden explicarse por la agitación del lodo que forma el fondo del mar y que contiene abundancia de materias orgánicas en descomposición. Durante un día de mucha calma he observado en la bahía de Callao, que el cable del barco, al rozar en el fondo, producía una serie de burbujas de gas. Las clases inferiores de Talcahuano estaban persuadidas de que el terremoto provenía de las indias viejas que habían sido ultrajadas dos años antes, habían cerrado el volcán de Antuco. Por ridícula que sea esta explicación es muy curiosa; y prueba además que la experiencia ha enseñado a estos ignorantes que hay alguna relación entre la cesación de los fenómenos volcánicos y los estremecimientos del suelo. Allí donde cesa su percepción de la causa y el efecto, invocan el auxilio de la magia para explicar el cierre de la válvula volcánica. Esta creencia es tanto más singular en el caso presente, cuanto, que, según el capitán Fitz-Roy, hay motivo para creer que el Antuco no había dejado de estar en actividad.
Como en casi todos los pueblos españoles, las calles de Concepción se cruzan en ángulo recto; unas se dirigen del sudeste al oeste, las otras del nordeste al norte. Los muros de las casas situadas en las calles que seguían la dirección primera, resistieron mejor la sacudida que las otras; la mayor parte de las masas de ladrillos se desplomaron hacia el nordeste. Estas dos circunstancias parecen confirmar la opinión general de que las ondulaciones venían del sudoeste, dirección en la cual se oyeron también ruidos subterráneos. Es evidente que los muros construidos en la dirección del nordeste y sudeste, tenían sus extremos en los puntos de donde provenían las vibraciones, y por lo tanto mayores probabilidades de resistir al envite que los construidos en las direccionenordeste y sudeste; porque éstos perdían en un instante su posición perpendicular en toda su longitud. En efecto, las ondulaciones procedentes del sudeste debían formar olas en dirección noroeste sudeste que pasaban por debajo, de los edificios. Podemos darnos cuenta del fenómeno colocando libros de canto sobre una alfombra e imitando las oscilaciones de un terremoto, como ideó Michell, y se verá que los libros caen con más o menos facilidad según coincida su dirección más o menos con la línea de las oscilaciones. Las grietas que se abrieron en el terreno, se extendían casi todas en la dirección de sudeste a nordeste y correspondían, por consiguiente, a las líneas de ondulación. Teniendo presentes todas estas circunstancias, que con tanta claridad indican el sudeste como foco principal de agitación, resulta muy interesante el hecho de que la isla de Santa Maria, situada en esa dirección se levantó, durante el movimiento general ascendente del terreno, cres veces más que ningún otro punto de ¡a costa.
La catedral era notable ejemplo de la diferente resistencia de los muros según la dirección en que se hallaban construidos. El lado vuelto hacia el nordeste no era más que un montón de ruinas, entre las cuales se veían puertas y vigas que parecían flotar en un océano embravecido. Algunos bloques de mampostería de colosales dimensiones habían rodado muy lejos de su sitio, como fragmentos de rocas al
pie de una montafta. Los muros del lado que se extendía del sudoeste al nordeste, aunque muy cuarteados, permanecían en pie; pero grandes contrafuertes edificados en ángulo recto con estos muros, y por consiguiente, paralelos a los derrumbados, habían caído, cortados como con un cincel.
El choque había dado, además, una posición diagonal a ciertos ornamentos cuadrados que sobre algunas de estas paredes había. Fenómenos análogos se han observado después de los terremotos de Valparaíso, en Calabria y en algunos otros puntos, incluso en templos griegos muy antiguos. Estos trastornos de posición parecen indicar a primera vista un movimiento espiroidal en los puntos así afectados; pero no es nada probable tal explicación. ¿No podrían atribuirse a tendencia de las piedras a colocarse cada una en cierta posición respecto de las lineas de vibración, a la manera como los alfileres se colocan en determinadas posiciones sobre una hoja de papel que se agita? Por regla general las puertas olas ventanas abovedadas resisten mejor que ninguna otra clase de construcciones; y sin embargo un pobre viejo, cojo, que tenía la costumbre de arrastrarse bajo una puerta abovedada en cuanto se sentía una pequeña oscilación, fue aplastado esta vez bajo las ruinas.
No intentaré describir el aspecto que presentaba Concepción; porque comprendo que me sería imposible expresar lo que sentí viendo aquel montón de ruinas. Algunos oficiales habían visitado la población antes que yo, pero todo cuanto me habían dicho no bastó a prepararme contra el efecto de lo que vi. Se siente algo de aflictivo y de humillante al mismo tiempo, viendo obras que han cocado al hombre tanto trabajo y tanto tiempo, destruidas así en un minuto y casi no se siente compasión por las personas; tan grande es la sorpresa de ver hecho en un punto, lo que estamos a atribuir a una larga serie de siglos. En mi concepto, desde que salimos de Inglaterra, no habíamos contemplado espectáculo tan profundamente conmovedor como éste.
Durante casi todos los terremotos se agitan de un modo
extraordinario las aguas de los mares próximos y, por lo que ha sucedido en Concepción, parece que esa agitación afecta dos formas diferentes. Primero, en el momento del choque, se elevan mucho las aguas sobre la costa, pero con movimiento lento y se retiran con la misma lentitud; luego, y pasado algún tiempo todo el mar se ret ira de la costa y vuelve en olas de una fuerza espantosa. El primer movimiento parece ser consecuencia inmediata del terremoto que afecta de distinta manera a un fluido y a un sólido, en términos que su nivel respectivo se encuentra un poco modificado; pero el segundo fenómeno es con mucho, el más importante. Durante la mayor parte de los temblores de tierra, sobre todo, en los producidos en la costa occidental de América, es cierto que se han retirado primero las aguas completamente. Algunos autores han tratado de explicar este hecho suponiendo que el agua conserva su nivel mientras que la tierra oscila de abajo a arriba; pero el agua inmediata a la costa, aun siendo costa muy escarpada, participaría del mismo movimiento del fondo; además, como ha observado Mr. Lyell, se han producido movimientos análogos del mar en islas muy apartadas de la línea principal de agitación; en la isla de Juan Fernández, por ejemplo, durante el terremoto de que nos ocupamos; en la isla de Madera durante el famoso terremoto de Lisboa. Yo presumo (pero este punto es muy oscuro) que una ola, sea cual fuere la manera como se forme, comienza por atraer el agua que toca a la costa sobre que va a venir a romper, y lo he observado en las pequeñas olas formadas por las ruedas de los barcos de vapor. Es un hecho muy notable que mientras Talcahuano y el Callao (cerca de Lima), situadas ambas en el fondo de inmensas bahías, muy poco profundas, han sufrido mucho con las grandes olas en todos los terremotos importantes, Valparaíso situada en la orilla de un mar muy profundo no ha tenido que sentir nunca por aquella causa, aunque haya experimentado las más violentas sacudidas. El intervalo entre el terremoto y la ola magna, de media hora algunas veces, el hecho de que islas muy alejadas se afecten de la misma manera que las costas inmediatas al foco de la agitación, me hacen suponer que la ola se forma a lo ancho.
Y puesto que eso es lo ordinario, la causa debe ser general. Supongo que la ola debe formarse en el punto en que las aguas menos agitadas del océano profundo se unen a las de la costa, que han participado del movimiento de la tierra, como parece también que ha de ser más o menos grande, según la extensión de agua, poco profunda, agitada al mismo tiempo que el fondo sobre que descansa.
El efecto, o mejor dicho, la causa más notable de este terremoto fue la elevación permanente del terreno. Alrededor de la bahía de la Concepción se levantaron las tierras dos o tres pies; pero hay que tener en cuenta que, habiendo borrado la ola monstruo toda señal de la antigua línea de las mareas sobre la costa, no puedo proporcionarme otra prueba de tal elevación más que el testimonio unánime de los habitantes que me aseguran que una pequeña roca, hoy visible, estaba antes cubierta por las aguas. En la isla de Santa María, que dista 80 millas próximamente, fue mucho mayor el levantamiento. El capitán Fitz-Roy encontró en una punta de la costa de esta isla bancos de almejas en putrefacción adheridas todavía a la roca a 10 pies de altura sobre las mareas más altas; y se sabe que los naturales acostumbraban antes a sumergirse durante las mareas bajas para buscar estas conchas. El levantamiento de esta región presenta especial interés, ya por haber sido teatro de otro gran número de terremotos violentos, ra por la gran cantidad de conchas marinas esparcidas por su suelo a una altura seguramente de 600 pies y quizá también de 1.000. En Valparaíso, como tengo dicho, se encuentran conchas semejantes a 1.300 pies de altura; y parece seguro que esta gran elevación es resultado de pequeños levantamientos sucesivos, tales como el que ha acompañado o ha causado el terremoto de este año, y además, de un levantamiento insensible y muy lento que indudablemente se produce en algunas partes de esta costa.
El gran terremoto del 20 conmovió de modo tan fuerte la isla de Juan Fernández, situada a 360 millas (576 kilómetros) al nordeste, que chocaron entre sí los árboles y entró en erupción debajo del agua un volcán próximo a la costa.
Estos hechos son tanto más notables cuanto que, durante el terremoto de 1751, se agitó esta isla como ningún otro punto de los situados a igual distancia de Concepción; lo que parece indicar cierta comunicación subterránea entre ambos puntos. Chiloé, situado a 340 mill as (545 kilómetros) al sur de Concepción, parece haber sufrido más violenta sacudida que el distrito intermedio de Valdivia, donde el volcán de Villarica no dio señal de erupción, mientras que se producía muy enérgica, en el instante del choque, en dos volcanes de la. Cordillera, frente a Chiloé. Lo mismo estos dos volcanes, que otros inmediatos, siguieron mucho tiempo en erupción, y diez meses más tarde daban todavía señales de actividad a consecuencia de otro nuevo temblor de tierra en Concepción. Unos hombres que cortaban leña cerca de la base de uno de estos volcanes no sintieron el terremoto del 20 de febrero de 1835, a pesar de la sacudida tremenda de toda la comarca circundante. En este sitio se producía, pues, una erupción en lugar de un terremoto, que es lo que hubiera sucedido en Concepción, si, como pensaban las gentes ignorantes de la ciudad no hubiesen tapado las brujas el volcán de Antuco, Dos años y medio después fueron Valdivia y Chiloé nueva y más violentamente sacudidas que lo habían sido el 20 de febrero de 1835, y una isla del archipiélago Chonos se elevó de un modo permanente más de ocho pies. Para dar más exacta idea de la importancia de estos fenómenos voy a suponer, como lo hice para los ventisqueros, que se producen en puntos respectivamente situados en Europa. En ese caso hubiese temblado la tierra en todo el espacio comprendido entre el mar del Norte y el Mediterráneo; en el mismo instante hubiérase levantado una gran parte de la costa oriental de Inglaterra y algunas islas adyacentes; se habrían producido violentas erupciones en una cadena de volcanes en las costas de Holanda, y otra erupción en el fondo del mar, cerca del extremo septentrional de Irlanda; y, por último, los antiguos volcanes de la Auvernia, del Cantal y del monte de Oro, hubiesen vomitado inmensas columnas de humo, durante mucho tiempo. Dos años y medio después, hubiera desolado a Francia otro terremoto desde el centro del país hasta la Mancha, y se habría levantado una isla en el Mediterráneo.
El espacio en que hicieron erupción materias volcánicas, el 20 de febrero de 1835, tiene 760 millas (1.500 kilómetros) en una dirección y 400 (640 kilómetros) en otra, que forma ángulo recto con la primera. Probablemente existirá allí un lago de lava subterráneo con una superficie casi doble de la del mar Negro. La relación, al mismo tiempo íntima y compleja de las fuerzas de erupción y de levantamiento durante estos fenómenos, no prueba que las fuerzas que levantan los continentes por grados son idénticas a las que hacen salir materiales volcánicos por determinados orificios. Por muchas razones, creo que los frecuentes temblores de tierra en esta línea de costas provienen del desgarramiento de capas, consecuencia necesaria de la tensión de las tierras en el momento de los levantamientos y de su inyección por tocas en estado líquido. Esos desgarramientos, esas inyecciones, muy a menudo repetidos (y sabemos que los terremotos afectan con frecuencia las mismas superficies y de la propia manera), acabarían por producir una cadena de colinas; la isla de Santa María, que ha sido levantada a triple altura que el país circundante, parece sometida a esta causa. Yo creo que el eje sólido de una montaña no difiere, por la formación, de una colina volcánica, más que en que en la primera han sido inyectadas las rocas fundidas, en varias veces, en lugar de ser empujadas como en la segunda; y creo también que no puede explicarse la formación de las grandes cadenas de montañas, tales como la Cordillera, en que las capas que recubren el eje inyectado de rocas plutónicas han sido levantadas en muchas direcciones paralelas, sino suponiendo que la roca que forma el eje inyectado en diferentes veces y con intervalos suficientemente largos para que las partes superiores, que hacen el oficio de cuñas, hayan tenido tiempo de enfriarse y solidificarse. En efecto, si las capas hubiesen sido empujadas de una sola vez a su posición actual, es decir, enderezadas casi verticalmente, las entrañas mismas de la tierra hubieran hecho erupción, y en lugar de ejes abruptos de rocas solidificadas bajo enorme presión, se habrían derramado torrentes de lava en todas direcciones, en cuantos lugares se hubiesen producido esos levantamientos.
Patria Gaucha se despide con premio y recitales
Tacuarembó. Espléndida jornada para el desfile de ayer
TACUAREMBÓ | JOSÉ ESTEVES
Miles de paisanos y paisanas bajo el mismo grito ¡Viva la Patria, viva! Ese era el sentir ayer al mediodía en la ciudad de Tacuarembó, cuando el tradicional desfile de la Patria Gaucha atravesaba la ciudad.
Eran las 11 de la mañana de un sábado soleado y cálido cuando comenzó el desfile tradicional de la Fiesta de la Patria Gaucha, que este año llega a su vigésima cuarta edición.
Las 12 sociedades tradicionalistas que compiten con sus aparcerías en el predio de la Laguna de las Lavanderas, las ocho invitadas y otras tantas del resto del país desfilaron por la ciudad de Tacuarembó en busca de reivindicar las raíces criollas.
Eran miles de jinetes y caballos identificados solamente por el emblema de sus sociedades nativistas y por el sentir oriental, la vida del hombre de campo y su lucha para mantener viva la llama de sus antepasados.
Partieron desde la Laguna de las Lavanderas por la avenida Paul Harris, ingresaron a la avenida Manuel Oribe, pasando por el bulevar Rodríguez Correa hasta 18 de Julio y desde ahí por el centro hasta pasar frente a la intendencia municipal de Tacuarembó, lugar en donde estaba el palco oficial.
Por allí desfilaron varias personalidades, entre ellas la subsecretaria del ministerio de Educación y Cultura, María Simon, el senador Jorge Larrañaga -dos visitas acostumbradas en el desfile tradicional- y la princesa Laetitia D`Arenberg entre otros.
Fueron más de dos horas de desfile que reunió a miles de tacuaremboenses y visitantes que llegaron para disfrutar de la fiesta gaucha por excelencia.
LOS OLIMAREÑOS. La noche del viernes era una de las más esperadas en el evento. Actuaba por primera vez en la historia de la Fiesta de la Patria Gaucha el dúo Los Olimareños. Más de 15.000 personas estuvieron presentes en una jornada que no será olvidada por los presentes.
Hoy culminará la Fiesta de la Patria Gaucha y se definirá cuál es la sociedad tradicionalista ganadora del Gran Premio Patria Gaucha.
Además habrá competencia de rueda internacional en basto y en pelo y por la noche actuará Jorge Nasser y Los Orilleros.
El País Digital
Llegaron los nuevos omnibuses urbanos de Salto "vestidos" de turismo
Después de 25 años de espera, la flota de autobuses de recorrido urbano de la ciudad de Salto, que es operada por la Intendencia, ha sido renovada.
Con una inversión de 1 millón 600 mil dólares, el Gobierno Departamental, encabezado por el Intendente Ramón Fonticiella ha comprado, al contado, 20 nuevos coches que llegaron la semana pasada desde desde Caxias do Sul, Brasil.
Las nuevas unidades, que permitirán mejorar el servicio y ahorrar hasta un 20 % en eficiencia de combustible y gastos de mantenimiento, también serán usadas para promocionar los atractivos turísticos de Salto y sus termas.
En efecto, como se observa en la foto, todos los coches están "ploteados" con imágenes de la ciudad de Salto, las termas y otros atractivos turísticos, de un departamento que, durante 2008, recibió más de medio millón de visitantes.
La idea busca que todos los salteños, se sientan comprometidos con el proyecto turístico que Salto lleva adelante y que genera empleos a más de 3.500 familias.
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Hasta el 29 de julio
Eduardo Segredo
Atte. Virgina
Un lugar uruguayo en Cancún, Del Chumbo Molina
sede para la realización del XII Congreso FLASOMA 2015,
Novedades del CIPETUR
www.playaelcoco.com.ni
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