Bienvenidos a Propuesta Turística Sal y Sol, desde Salto, Uruguay
A partir de mayo y para disfrutar de Atlántida todo el año
El jueves 2 de mayo en San José
hasta el viernes 3 de mayo,
hasta el viernes 3 de mayo,
El miércoles 8 de mayo a las 19 hs.
15 y 16 de mayo
jueves, 15 de abril de 2010
La Inspección Departamental de Enseñanza Primaria, conjuntamente con la Oficina de Turismo de la Intendencia de Salto, la Delegación Uruguay de la Comisión Técnica Mixta de Salto Grande (CTM), la sub. Comisión de Turismo del Centro Comercial e Industrial de Salto (CCIS), y la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (Licenciatura Binacional en Turismo) implementarán durante el primer semestre de este año, charlas de sensibilización acerca del turismo en el departamento con el objetivo de destacar las virtudes y la diversidad de atractivos de nuestra ciudad.
Las charlas estarán dirigidas a los alumnos de 3º año de Escuelas urbanas como también a 3º y 4º año de las Escuelas rurales, se estipula un tiempo aproximado de 45 minutos para cada charla.
El objetivo de estas charlas es promover una cultura turística en los niños, que aprendan cuales son los elementos principales en un destino turístico, informarles sobre la cantidad de gente que trabaja directa e indirectamente en la actividad turística, y destacarles la importancia y los beneficios que aporta el turismo al desarrollo económico, cultural y social del departamento.
Paralelamente a estas charlas se va a realizar un concurso de afiches turísticos que serán realizados por los mismos niños que recibirán las charlas.
Estos afiches deberán mostrar alguna zona cercana a la escuela y que sea considerada como destino turístico por los alumnos, además deberán ser realizados con las herramientas que brindan las computadoras XO, y será un afiche por clase.
Los premios serán: para las clases, un día en un parque termal y la realización de circuitos turísticos por la ciudad, para lo/as maestro/as dos días de alojamiento, para dos personas en alguno de los centros turísticos de Salto, y para las Escuelas ganadoras una orden de equipamiento por 700 dólares para las dos primeras y de 300 dólares para las segundas.
La fecha de inicio es el 14 de abril del 2010 y los trabajos se recibirán hasta el 25 de junio inclusive.
Los resultados serán divulgados el 23 de julio del corriente año.
Competitividad de los destinos turísticos VIII. La clasificación hotelera y su incidencia
por Miguel Ángel Acerenza
desde México
Hemos querido dar por terminada esta primera serie de artículos sobre la competitividad de los destinos turísticos, tratando un tema que tiene que ver con la “pérdida de confianza” que están teniendo los turistas en la clasificación hotelera como indicador de la calidad ofrecida por estos establecimientos. Aspecto este que esta generando un gran debate, tanto a nivel nacional como internacional, y que vale la pena comentar porque es en el destino turístico precisamente donde se concentra la mayor oferta hotelera .
Estamos seguros que será un tema de interés por cuanto tiene una fuerte incidencia en la competitividad del destino. Enseguida entonces, comentamos la problemática de la clasificación hotelera.
Antecedentes de la clasificación hotelera
Las primeras medidas tendientes a la consideración de la calidad en los servicios hoteleros, surgen poco después de la Segunda Guerra Mundial, cuando las autoridades francesas introducen la “Clasificación por estrellas” para identificar los niveles de precios y la comodidad ofrecidas por los establecimientos de hospedaje. Esta iniciativa francesa permitió poner orden en la oferta de alojamiento y disminuir el riesgo percibido por parte del cliente en la contratación de los servicios por cuanto estableció, por primera vez, una normatividad que definía los requisitos que debían reunir los hoteles para poder ser incluidos en las diferentes categorías.
A partir de la iniciativa francesa los países europeos comenzaron a adoptar el criterio de la clasificación por estrellas para identificar la categoría de sus establecimientos de hospedaje, pero con base en una normatividad propia. Los primeros países europeos en adoptar ese criterio fueron Portugal, en 1954, y España, en 1968.
En Latinoamérica, en un inicio algunos países comenzaron a clasificar los hoteles empleando diferentes criterios. Argentina, por ejemplo, en un primer momento clasificó sus hoteles utilizando como criterio los “Soles” en lugar de las estrellas, mientras que Perú empleó como elemento distintivo el “Tumi” (cuchillo ceremonial para sacrificio utilizado por los Incas). No obstante estos primeros intentos de clasificación hotelera, como consecuencia de la fuerte influencia que ejerció la legislación turística española en la región, gradualmente se fue generalizando en los países el criterio de la clasificación por estrellas, pero con la particularidad de que, al igual que lo sucedido en Europa, cada país prefirió establecer su propia normatividad en cuanto a los requisitos que deben reunir los hoteles para ser clasificados en las distintas categorías.
Problemática actual de la clasificación hotelera
La clasificación por estrellas es un distintivo ampliamente conocido como indicador de la calidad y el precio que los turistas pueden encontrar en los establecimientos hoteleros, pero comenzó a perder “confiabilidad”, que es precisamente uno de los factores clave de éxito en el marketing de servicios.
En efecto, en muchos países la normatividad que define los requisitos que deben reunir los hoteles para ser clasificados en las distintas categorías es obsoleta y no se ajusta los nuevos requerimientos de los turistas actuales, incluso su aplicación es bastante dudosa, lo cual ha incrementado el riesgo percibido en la contratación de los servicios de hospedaje.
La diversidad de criterios existentes en las normatividades ha generado muchos problemas entre los turistas y las agencias de viajes, los cuales han derivado en quejas, reclamaciones y denuncias ante organismos de protección al consumidor en distintos países, al punto de que la mayoría de los grandes intermediarios turísticos (mayoristas y tour-operadores) se han visto obligados a crear sus propios sistemas de clasificación para poder ofrecer a sus clientes una “guía confiable” de los estándares de calidad y comodidad que pueden encontrar en los hoteles que incluyen en sus programas.
Por otra parte, debe decirse que para los turistas las estrellas son en realidad cada vez menos relevantes al momento de seleccionar un hotel, y prefieren considerar la “marca comercial” del establecimiento, en virtud de que ésta se ha convertido en una verdadera garantía de los niveles de calidad que ofrecen los hoteles de marca.
A esta situación de falta de confiabilidad en la clasificación hotelera como indicador de la calidad se llegó por la conjunción de una serie de factores. El primero de ellos es el hecho que, como se indicara, no existe una normatividad homogénea de carácter universal que especifique los requisitos que deben cumplir los hoteles para ser clasificados en las distintas categorías. Segundo, porque como consecuencia de la desregulación del turismo por parte de los países la clasificación hotelera pasó a ser “voluntaria”, y en algunos países incluso se ha permitido la “autoclasificación”, y los hoteleros se comenzaron a adjudican estrellas que no corresponden a la calidad de las instalaciones ni a la del servicio que brindan. Y tercero, debido a la diversidad de distintivos que se emplean en los distintos países para “certificar” la calidad de los hoteles en adición al número de estrellas que estos ostentan, a saber: distintivo “Q” de calidad turística; distintivo “M” de empresa moderna; “Sello de calidad turística”; distintivos de “Estrellas y Diamantes” (las estrellas en este caso indican la calidad de las instalaciones físicas del hotel, y los diamantes la calidad de los servicios que brinda el establecimiento); distintivo de “Gran turismo”; distintivo Premium” de calidad; distintivo “Service best”, etc., lo cual crea aún un mayor desconcierto entre los turistas en cuanto a la calidad real que ofrecen los hoteles.
La situación ha llegado a tal grado que en el Comité de Transporte y Turismo del Parlamento Europeo se ha presentado una propuesta de resolución para la “Armonización y normas de calidad para los alojamientos hoteleros en Europa”, la cual reflexiona sobre la multiplicidad de sistemas de clasificación existentes en los Estados miembros de la Unión Europea (UE) y supone que esta situación obstaculiza la confianza y la transparencia del sector ante los consumidores, por lo que considera recomendable y factible establecer una base común, en otras palabras, algunos criterios comunes para el cliente, a fin de que éste pueda estar seguro a la hora de decidir un viaje al extranjero, que el hotel seleccionado tiene una o más estrellas, y comprenda las razones que sustentan dicha clasificación a fin de facilitar la elección.
En Latinoamérica también existen propuestas en el mismo sentido. En el Mercosur, por ejemplo, se presentaron iniciativas para analizar la posibilidad de llevar a cabo una “Homogeneización de la clasificación hotelera” en los Estados miembros del grupo; una iniciativa similar es considerada en los países centroamericanos. Por lo que todo hace suponer que revisada y actualizada, la clasificación hotelera por estrellas volverá a ser el principal indicador de la calidad de las instalaciones y las comodidades que ofrecen los hoteles, así como el de sus niveles de precios.
Ante esta situación, ¿qué puede hacer el destino turístico?
Es un hecho que la clasificación hotelera es una normatividad cuya responsabilidad recae en el organismo nacional de turismo. Entidad esta que debiera mantener una política de revisión periódica de la misma, no sólo para ir adaptándola a los nuevos estándares que los turistas están exigiendo en materia de alojamiento, sino también para homogenizar la normatividad, por lo menos, con la de los destinos competidores y poder mantener así estándares similares.
Lamentablemente eso no sucede, y los hoteles siguen manteniendo indefinidamente la categoría que una vez se les otorgó. Sin considerar que los estándares de la hotelería han sufrido grandes modificaciones en los últimos años, y que si los hoteles no se ajustan a estas modificaciones puede darse el caso de que los mismos no puedan competir en calidad y precios, con los hoteles de la misma categoría de los destinos competidores por no ofrecer niveles similares.
La realidad es que el destino turístico no puede modificar la normatividad que establece el organismo nacional de turismo en materia de clasificación hotelera, la cual es de observancia obligatoria en todo el territorio nacional, porque sencillamente no tiene facultad para ello. Sin embargo debe decirse que puede encarar algunas acciones, que sí están dentro de sus atribuciones y que pueden subsanar, en parte, las deficiencias que pueda presentar la clasificación hotelera vigente en el país, en relación a las que rigen en los destinos competidores. Especialmente en lo que concierne a los requisitos que deben cumplir los hoteles para ser clasificados en las distintas categorías.
Las acciones que el destino puede tomar en ese sentido para que sus hoteles puedan conocer y evaluar su posición competitiva en relación a los hoteles de los destinos competidores son:
a) Monitorear de forma permanente (por categorías) los estándares de calidad y precio ofrecidos por los hoteles de los destinos competidores de la región, y divulgar esa información entre sus hoteles, a través de las asociaciones que los agrupan.
b) Verificar que los hoteles del destino mantengan, de acuerdo con la categoría que ostentan, estándares similares, o mejor aún, estándares superiores a los de los hoteles de los destinos competidores de la región. Principio en el cual se sustenta la competitividad de todo producto o servicio que compite en un mismo segmento de mercado.
Si los hoteles no tienen estándares similares a los de los destinos competidores, estarán en desventajas y su poder competitivo se verá seriamente afectado, y por ende, el del destino. Tienen por tanto que prestar especial atención a la competitividad de su oferta en los mercados.
Por ello es conveniente que el organismo de turismo del destino promueva entre los hoteles y demás prestadores de servicios turísticos del lugar, la adopción de un código de ética con pautas de conducta cuyo cumplimiento constituya una verdadera garantía de la calidad que ofrecen en sus servicios, y reduzca el riesgo percibido en la contratación de los mismos por parte de los turistas. Dichas pautas deben ser:
a) Ofrecer productos y servicios cuya calidad satisfaga las necesidades y requerimiento de los turistas.
b) Proteger la salud y la seguridad de los turistas en sus establecimientos.
c) Fijar precios que sean razonables y proporcionales a la calidad ofrecida.
d) Brindar servicios y soluciones oportunas a los reclamos de los turistas.
A dichas pautas de conducta debieran ajustarse todas las empresas que brindan servicios turísticos en el destino, ya que las mismas responden a principios éticos reconocidos y ampliamente aceptados en el mundo de los negocios y, por supuesto en el mundo de los negocios turísticos. Los prestadores de servios no deben olvidar que el turismo a nivel internacional se traduce en la compra y venta de productos y servicios turísticos. En otras palabras, en un negocio en el cual ellos son uno de los actores.
Con este tema damos término a la serie de artículos en los cuales comentamos los distintos factores que inciden en la competitividad de los destinos, y la forma como estos pueden obtener ventajas competitivas de los mismos. Estamos seguros que los interesados en esta problemática sabrán sacar provecho de dichos comentarios.
Compromisos profesionales nos obligan a hacer un receso en la columna, la cual retomaremos el lunes 21 de septiembre, con una nueva serie de artículos relacionados con aspectos relevantes de la “Gestión del turismo municipal”. Hasta entonces.
MIGUEL ANGEL ACERENZA
Es Profesor y Consultor independiente en los campos de la Promoción y Desarrollo del Turismo, y cuenta con una experiencia superior a los 30 años en el ejercicio continuo de la actividad.
Ha sido Especialista Principal en Marketing Turístico en el Programa de Desarrollo Turístico de la OEA, Director del Centro Interamericano de Capacitación Turística (CICATUR) de la OEA, y como Consultor Externo prestó servicios de asesoramiento y asistencia técnica en los programas de cooperación técnica de la OEA, BID, PNUD y OMT, en 12 países de Latinoamérica.
Fue miembro de la Comisión Intersecretarial Ejecutiva de Turismo del Gobierno de México, miembro del Consejo Consultivo de Turismo del Municipio de Acapulco-México, miembro Ejecutivo de la Asociación Americana de Marketing, y durante 10 años actuó como Director Educacional de la Asociación Mexicana de Ejecutivos de Marketing y Ventas de Hoteles, de la cual es Socio Honorario.
Como docente, fue miembro del Comité Técnico del Examen General de Calidad Profesional para Turismo del Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior en México, miembro de la Junta de Gobierno y Director Fundador de la Facultad de Turismo de la Universidad Americana de Acapulco, profesor en las Maestrías de Turismo impartidas por la Universidad Autónoma de Guerrero en Acapulco-México, la Universidad Francisco Miranda y en la Universidad de Oriente, ambas en Venezuela, y dictó cursos de marketing turístico como Profesor Invitado en el Instituto de Estudios Turísticos de Madrid-España, y posteriormente, en el Instituto Español de Turismo.
En la actualidad alterna las actividades de consultoria y capacitación en Promoción y Desarrollo del Turismo para los sectores públicos y privado, con la docencia universitaria. Es miembro de los Comités Consultivos y Profesor Visitante en las Maestrías en Marketing Turístico y Hotelero, y de Gestión Cultural, Patrimonio y Turismo, que imparte la Universidad de San Martín de Porres, en Lima- Perú. Es autor de 17 libros sobre Gestión del Turismo y Marketing Turístico, y ha escrito numerosos documentos y artículos sobre los temas mencionados, publicados en España, Argentina, Brasil, México, Perú y Uruguay.Ha recibido distinciones oficiales en varios países latinoamericanos, y posee más de 25 reconocimientos universitarios por su labor en pro de la enseñanza del turismo en el nivel superior en Latinoamérica.
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Eduardo Segredo
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